La columna de Ana Mª Bayot

HACE TIEMPO

Hace tiempo que no te veo; mas no has de temer, porque tu imagen siempre está conmigo. Allá donde estés, te imagino y te recuerdo, con tus andares lozanos, con tu mirada soñadora y profunda y tus puños cerrados y prietos; casi como los de un recién nacido. Por aquellas carambolas del destino, nos dijimos hasta luego; pero nunca adiós. Y por eso te escribo con tanta angustia: con esta pincelada rabiosa de elíptico sarcasmo, que me llega a atormentar hasta lo más profundo. Nadie y nunca, no pueden cohabitar en la misma oración y ser compatibles; salvo en nosotros. Nadie me describía la lluvia como tú y nunca nadie, me besó igual. ¿Te das cuenta? Y te barrí de mi vida, como se barren las hojas secas de otoño, Jordi. Y eso que fuimos al lago por vez primera, con la excitación propia del que no sabe nadar y menos aún, guardar la ropa. ¿Lo recuerdas?

Hace tiempo que he perdido la esperanza de recoser las dos Españas que no tienen costuras. Me adhiero a la teoría de los Hombres Superfluos, emulando a Nemirovski, mi admirada Irene. Las guerras de ideas siguen siendo tan peligrosas, como antaño. No caeré en la tentación de enzarzarme en duelos dialécticos futboleros de quiniela y bufanda de rayas. Nunca me interesó la movida de masas; pues no va conmigo. Debo de ser muy rara. Pero sí lucí vestidos color melocotón y margaritas enredadas en el pelo. Y también heridas sangrantes en las rodillas y codos. Pese a que navegué en aguas mansas dejándome llevar, no tardé demasiado en saltar y nadar contracorriente. Hace tiempo que no veía un atleta con síndrome de Down, tan valiente. Hace tiempo que no veía tanta cola del hambre, y tan larga. Hace tiempo que no veía una ciudad tan alegre y cantarina, como Granada, convertida en ciudad fantasma. Hasta la Alhambra ha echado el cierre. Hace tiempo que no veía una no restauración tan desastrosa, como la del Ecce Homo de Palencia. Hace tiempo que no veía vagar tantas mascotas desamparadas y desorientadas, ante la extraordinaria situación de pandemia.

Y pese a todo lo mencionado anteriormente, me siento enamorada de cada rincón de este país. No temas; allá donde vayas, siempre habrá alguien que te acogerá con una escudilla de potaje, una cuchara de madera y un vaso rebosante de vino; mientras intercambias comentarios, sobre el jodido tiempo. Y en agradecimiento, te habrás ganado un amigo para siempre. Medio dormitando escucho como un rezo, en el televisor: “Yo rectifico, tú rectificas, él rectifica…” Me barrunto que el Gobierno ha vuelto a meter la gamba. Me sobresalto con las imágenes de la envenenadora de Móstoles, echando algo en un bol; y creo ver payasos ordenando el tráfico y patinetes eléctricos descontrolados, atropellando a todo ser viviente. Deberé hacer una pausa para ordenar mis ideas y vigilar bien lo que imagino. Por fortuna, mi vecino de columna dice que el primer órgano sexual, es la imaginación y yo le creo; cómo no hacerlo. En la suave penumbra de la lámpara de aceite, varios pares de ojos me miran. Son los ojos de los presos fugados a través de un túnel. Prendo una cerilla, porque me han cortado la luz y no pude abonar la factura. Suena la música de un acordeón al antojo de acordes pausados, románticos, acompasados. Bajo la ventana del hospital del barrio, un hombre le ofrece una serenata a su esposa, ingresada por Covid-19. Las enfermeras, cómplices del idílico y romántico momento, hacen los coros lanzando sentidos aplausos. Al margen de toda consideración lógica y de que la presión hospitalaria, va en aumento.

Trapero vuelve a su cargo y hace autocrítica. El careo entre Martínez y F. Díaz contiene algo más que palabras. El FMI prevé una senda de recuperación, más lenta y larga para nuestro país, de lo que en inicio pensaba. Y para evadirme del tema en cierre perimetral mental, me dispongo a hacer pichuelos; cuyo aroma otoñal de Las Brañas, de seguro me acabará inundando más de dos tercios del tambor: lo cual, no resulta conveniente para la castaña. Y aunque se trata de una grafía de singularidad llana, lo es por definición didáctica y no por contrariar a sus montes verdeantes e inclinados. Y mientras medito en Patsuezu, como la poetisa Eva González, me pongo triste por pensar que ya está ahí mismo, la tercera ola sin agua. Tal y como se me desprende el alma de congoja, se desprende un imponente acantilado en Vallehermoso, La Gomera. Y mientras se cuecen tempestades en el terreno político, la tormenta tropical «Zeta» deja un rastro tras de sí más angustioso que el fallo de Ramos. Dónde va a parar. Y hasta mis oídos llega la monumental pitada, que se lleva Sánchez, en Pamplona; junto a su segundo de gabinete, más próximo: el controvertido y voluntarioso doctor Simón. Y por mucho que intente banalizar el asunto, no dejo de pensar en el Genocidio de Etiopía; ése dramático hecho, del que nadie habla. En Pleno siglo equis, equis, palito. Vergonya, diría mi madre.

Anhelo nuestro encuentro y tú lo sabes. Ese halo de subversión y de misterio me seduce serpenteante. Se me atoran los segundos, tropezando y tosiendo, entre los pequeños espacios que quedan libres entre los minutos. Me parece escuchar el sonido de cadenas arrastrando, hasta que llegue por fin el momento de verte; dándonos un atracón de miradas, sin necesidad de mover un solo músculo más. Memeces me parecerán, la infinidad de quehaceres que me aguardan; reacios como yo, a finalizar jornada tan peculiar. Con murmullos imperceptibles me dirás que me quieres, lo sé. Lo que sucederá luego, ya no será cosa solamente mía; sino de la confluencia y complicidad de dos almas gemelas y… solitarias.

De repente, otros apremios la mar de prosaicos demandan mi atención rompiendo el encanto: la cafetera borboteando. Dejo el lápiz de colores sobre el escritorio. Que no se interprete como una deserción, como una cobardía. Continuará.

Hace tiempo que no me sentía tan bien, como me siento en este momento.

2 comentarios

  1. Magnífica columna que mezcla diferentes estilos, una ensalada de olivas gustosas y suaves hojas de lechuga aliñadas con diferentes tipos de aceite. Cambios de ritmo y tono, parece un volcán erupcionando sin control, un caballo desbocado a quien nadie puede pasar la cuerda por el cuello. La belleza del caos, desorden sin confusión. Diferentes fragancias y texturas, todo un deleite para la mente buscadora de tesoros literarios.

  2. Sensacional y hermosa, gracias Ana M.
    Epresas un conocimiento de las relacciones humanas actusles muy real.
    Confio poder continuar teniendo acceso a estos bellos comentarios.
    Gracias

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.