Morir en soledad

José Vicente Part

Una muerte es una tragedia, un millón de muertos es una estadística” (Iósif Stalin). Esta frase nos resume hasta cierto punto lo que nos está ocurriendo con esta pandemia. Al principio nos decían “es como un resfriado”, “la gripe produce más muertes todos los años”, “afecta a personas mayores (viejos) y con otras patologías”, y nosotros seguíamos a “nuestra bola”, nuestra vida normal. Y fueron aumentando el número de fallecidos, llegamos a 950 (oficiales) en un solo día y el número de contagiados. Cuando escribo esto llevamos muchos miles de fallecidos y contagiados (oficialmente) y el horizonte se ve muy sombrío y el susto lo llevamos todos en el cuerpo, principalmente si tenemos familiares mayores, a pesar de que como todo en la vida, tanto lo bueno como lo malo, pasará.

Pero mi artículo va dirigido a cada una de esas personas fallecidas, independientemente de la edad, porque todas y cada una de dichas personas -no tenemos más que ponernos en su lugar- son únicas, son una vida propia e irrepetible y con los mismos sueños que podemos tener cada uno de nosotros.

Esta pandemia es muy cruel y no lo digo porque pueda producir mayor o menor sufrimiento, sino por la SOLEDAD. A todos nos llega nuestra hora, es lo único cierto que sabemos, y cuando una persona es ya muy mayor sabe que le queda poco tiempo, pero estoy seguro que espera marcharse rodeado de sus seres queridos, que le conforte un rostro, una mirada, una mano querida. Pero no, han fallecido en completa soledad, sin ese consuelo querido. Aquí un inciso para que estemos agradecidos a esas personas, a esos sanitarios que a falta de familiares han asistido los últimos momentos de los fallecidos dándoles, en lo posible, ese consuelo, esa mano amiga.

Y si nos parece que el fallecimiento de ancianos no es tan terrible, pensemos en las circunstancias que han vivido: algunos la guerra siendo niños, pero todos la posguerra, el hambre, el racionamiento,…, y han trabajado duro, de sol a sol, sin poder ir a la escuela porque debían trabajar y gracias a ellos tenemos el nivel de vida, las comodidades actuales. Ahora aparecen psicólogos todos los días hablando de las secuela y traumas que nos puede producir, principalmente a los niños, en confinamiento y pienso en lo traumatizados que estarían nuestros mayores. Y no han pedido nada a cambio. En cambio nosotros les debemos mucho. Por cierto, ¡cuanto nos podrían enseñar!, pero preferimos encontrarlo en Google. Y luego, los familiares, sin poder abrazar, acompañar, consolar, el ser querido, sin poder realizar un entierro y luto adecuados. Y resulta muy duro. Y tengamos en cuenta todas las personas que debido al colapso hospitalario no han podido ser tratadas adecuadamente de otras enfermedades causandoles un agravamiento e incluso su fallecimiento.

He hablado de los sanitarios  que se han comportado de una forma ejemplar y hasta heroica, pero esto ya lo sabíamos y resulta inconcebible la cantidad de ellos fallecidos y contagiados por no disponer del material necesario, digamos que se les mandó a luchar contra la pandemia sin la protección adecuada, como a una guerra contra un enemigo mucho más poderoso y lo sabían y lo asumieron. Sabíamos que en ciertos momentos, el ser humano, ese que también contamina, se mata entre sí, y hace cosas terribles, también es capaz de dar lo mejor, incluso la vida, por los demás, por sus semejantes, por sus hermanos. Y si tenemos en cuenta que el personal sanitario, ya por vocación está destinado a dar, restablecer la salud de las personas, no podíamos tener ninguna duda de su entrega y compromiso. Gracias a estas personas, a su entrega, gracias a su sacrificio,  se dignifica el ser humano. Pienso que el único colectivo que no está a la altura, a pesar que muchos o la mayoría de las personas que lo forman son excelentes a nivel individual, es el de los políticos que siguen en sus luchas particulares y de poder.

En un artículo anterior decía que se acercaba un periodo de fiestas, mis disculpas porque no acerté en lo más mínimo y ni por asomo pensaba en la que se nos venía encima. Aunque si acerté en cuanto nos creemos “los reyes del mambo” y en cambio somos muy poca cosa. ¡Ah! y ya hay algunos (en Holanda, EEUU e incluso en España) pidiendo que se deje a los ancianos y se atienda a los demás.

(A quien corresponda) Por cierto, con los miles de fallecidos que se han producido y no he visto en edificios públicos, ayuntamientos, etc. las banderas de luto. ¿Tanto costaba?, ¿no había un minuto para ponerlas? No creo que haya habido ninguna intención, pero sí que se trata de un detalle. Y también que, menos decir “compraremos, traerán, vamos a repartir, etc” y más actuar, porque cada dia que pasa mueren centenares de personas. Y todas las vidas son importantes.

Y unos datos: España lidera, con gran diferencia sobre los demás, el ranking de contagiados y fallecidos por millón de habitantes. Multiplica las cifras de contagiados por 10 y por 35 los fallecidos de Portugal. Y si comparamos con Grecia las cifras son aún más escandalosas. Y otro dato, la población mayor de 65 años en España es de 19’4% por debajo de la media europea, en Italia el 22’3%, Francia del 19’83%, en Alemania del 21’7%, Grecia 21’5% o Portugal 21’1%. Y tienen menos fallecidos en proporción.

Quizás, cuando pase todo esto, si lo podemos contar, si hemos tenido la suerte de no perder ningún ser querido y respiremos con alivio, pensemos en todas las personas que no han tenido la misma suerte. Y esperemos que cuando llegue la próxima calamidad, esas que creíamos ocurrían lejos de nosotros y a nosotros no nos iban a pasar, no vivamos “en un mundo feliz” y nos coja preparados y no nos creamos superiores e intocables.  Va por todos. Gracias.

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