La columna de Ana Mª Bayot

QUIERO SER ARTISTA

Era un día de otoño rojizo y plácido de ésos con los que cada temporada somos agraciados, los afortunados mortales que residimos en la cuenca mediterránea. Sin lluvia, sin tormentas, sin viento racheado. Nada que reprochar, nada que perturbar. Yo sólo quiero ser artista de la pluma, digo; tampoco es pedir mucho ¿no? Lo de la pluma no le quedó excesivamente claro a mi progenitor; confundiéndolo, todavía no sé muy bien por qué, con el sombrío mundo de la farándula y el farolillo rojo. Intento aclarárselo ahora, frente a su retrato, como hacía con mi Jordi; pero quizá ya sea demasiado tarde.

Y quiero ser artista para poder decir subida en una tarima, que mi rival política “habla como en un ladrillo sin que nadie entienda nada” (lit. Ayuso). Espero alguna reacción, pero nada. La revista Forbes saca a la luz la lista de influencers más destacadas. Ahora ya no se lleva lo de arrejuntarse una con un torero, cantar por soleá o por seguidillas o por copla; no. Esos menesteres ya forman parte de la historia galdosiana. Pero, aunque sea de otra forma, al final viene a ser lo mismo: Artista. Así lo debió de pensar también Louise Glück, al recibir el Premio Nobel de Literatura. No sé lo que opinará ella, del asunto en cuestión; pues no se lo pregunté. Desde mi más humilde y obtusa óptica y tras leer unos cuantos de sus poemas, que para mí no son tales; sino a mi parecer, prosa reconvertida. Y que mil veces prefiero a nuestro emblemático y castizo Antonio Gala. Con todos mis respetos para doña Luisita; ea. Yo es que no sé estar calladita. «Mientras alumbre el sol, serás ardiente; mientras dure la vida, estarás vivo». Dónde va a parar. Mas es bien sabido que para gustos, los colores.

Otro Jordi que no conozco todavía sigue recuperándose lentamente de las secuelas que le ha dejado el Covid-19. Cuarenta y un años tiene y las graves lesiones cognitivas, apenas le dejan enumerar sus síntomas de forma coherente. Balbucea. Se pone nervioso. Recuerdo cada sentimiento, cada expresión, como si lo tuviese grabado en mi mente. A alguien le he oído decir que la realidad sólo se puede mirar por el rabillo del ojo. Y puede que esté en lo cierto. De repente, la música de Bach que había puesto en el aparato se ve interrumpida bruscamente, por la tos perruna y seca del Jefe supremo del país de las barras y estrellas. Ante el balcón ovalado asoma, presumiendo de buena salud y expectorando sin parar, el antaño muchachote del pelo pajizo. Entre estertores afirma que ha sido «una bendición de Dios», el haber sido contagiado. Y mientras me entretengo contemplando el panorama, me sorprende el Papa repartiendo bendiciones a diestro y siniestro y sin la mascarilla puesta. Y entre los fieles, veo a mi vecino del quinto derecha (Sé de buena tinta que Dimas pidió un crédito de La Caixa, para ir a ver al Papa) que en la pantalla, pone cara de iluminado. Y el Papa tocando, abrazando, bendiciendo, besando. Que sí, que cuando se trata de amor bienvenido sea, don Francisco; pero por Dios, no ahora. A su vera se llevaban en volandas, a cuarenta monjas infectadas con numerosos contactos. Así lo dijeron en las noticias de la tercera; aunque quizá lo de “numerosos contactos”, pueda sonar un tanto obsceno e impropio, en este caso. «Unidad y estabilidad», solicita el presidente del pueblo llano. Apuesta por un futuro verde y por un mundo digitalizado. Qué bien, señor presi, me digo para mis adentros; a ver si conseguimos que con la modernización tecnológica, nos respondan al teléfono en los centros de salud. Es un decir entre otros, que me callo.

No hay más que acudir a las víctimas indirectas del Covid-19. Véase: enfermos, menores, ancianos y por supuesto, los más desfavorecidos. Y tantos y tantos que se han quedado en el camino. Pero siempre hay alguien que destaca entre los luchadores. La heroína en este caso, se llama Florentina; Nina para sus amigos y allegados y que acaba de cumplir, noventa y nueve años.

La OMS se queja y manifiesta compungida que el riesgo que corren los ancianos es inasumible. Mientras tanto el expolicía acusado de la muerte de George Floyd es puesto en libertad bajo fianza por sólo 250.000 $. Un bisexual confeso es demandado por su exmujer, acusándole de daños morales; y varias bolas de lava del volcán del Teide ruedan por la ladera derritiendo la nieve temprana, mientras yo celebro por mi cuenta y devoción, el treintavo aniversario del estreno de Pretty woman. Qué recuerdos. Unos treinta regalices rojos me zampé, de los nervios; uno por cada año, al ver al Ricardo Guere (Así lo hubiera dicho mi madre, que lo castellanizaba todo), tan atractivo y elegante. En las nubes estaba yo por aquel entonces; como me imagino que estarán los pasajeros del vuelo especial de Quantas, fletado por unos pocos privilegiados, con el propósito caprichoso de darse un garbeo a diez mil pies de altura por quitarse el mono de volar y contemplar desde allende las estrellas, a los desgraciados con cara de hormiga como la mía.

Madrid amplía las zonas perimetrales como en la serie CSI; pero sin cintas amarillas, sino invisibles. Pues no es fácil distinguir a simple vista, las fronteras de la desigualdad. Una enorme serpiente pitón es elegida como compañera de juegos, de una niñita de once años. Que no me inviten a merendar, por favor. La Universidad de Salamanca expulsa a 36 estudiantes, por incumplimiento de las normas. El aroma a claveles me lleva a visitar los patios de Córdoba; los cuales abren sus puertas como cada otoño, a pesar de todo. «Traías enredaderas en los brazos, y me mirabas como si nunca hubieses dejado de mirarme…» Inspiro con fuerza y me entra la tos, olvidando mi deficiencia respiratoria y recordando los versos de Gala de nuevo. La paciencia tiene un límite (dice Illa) y el amor es la única cosa que no prescribe (replico yo). Y entre dimes y diretes y que, si abro que, si cierro la gran ciudad, el doctor Bengoa arguye contundente que, tanto el furibundo cabreo generalizado como el enfrentamiento político, favorecen la expansión del coronavirus al mismo ritmo que la ignorancia de los clanes Bosés y de las corrientes conspiratorias. Debo aclarar que la coletilla es de cosecha propia.

 Mientras en el mundo haya gente como Bengoa, Fauci, Glück, Gala, y tantos otros, cada uno en su área, que nos aclaran las dudas, no debemos temer que nos ocurra algo nefasto o que no tenga visos de solución; por muy remota que se halle ésta. Táchenme de soñadora o de fantasiosa. Cosas peores me han llamado. Y sigo estando feliz y contenta; pues un día de repente, conoces a alguien con apellido de chiste y anuencia en tildes y va y con pérfida alevosía, te arranca una sonrisa…aunque te resistas.

A pesar de todo lo expuesto aquí y ahora, amén de la falta de respuesta de la imagen amarilleja y de vivir en un mundo gobernado por orates y mandriles descerebrados, persisto e insisto en mi objetivo de amar y de escribir y precisamente en ese orden; en pos de hacer que este mundo infame, se convierta en un mundo mejor. Y para conseguirlo, deberé convertirme en una artista del tintero; que es, al fin y al cabo, lo que siempre quise ser.