La columna d’Ana Maria Bayot

OTROS TIEMPOS

Me contaba mi Jordi historias de cuando él jugaba al balompié y nos partíamos de risa. Jugaban con una pelota fabricada por ellos con trozos de trapos, gomas, espuma y papel. Con lo que pillaban. Era muy pesada y si te daba en la cara, lo mismo te hacía un desgraciado para siempre o te sacaba un ojo, como poco. Dentro de lo que es la tragedia, la pérdida de un diente o un moratón en la rodilla, no tenían importancia y además era divertido y sano. Eran riesgos por gusto y sin derecho a prima. Con zapatillas de ir a pulverizar el campo de arroz, jugaba mi tío; porque no tenía otras. Que si, que ya sé que eran otros tiempos. Si le ocurriese eso a un Messi, se armaría la de Dios. Casi se paraliza todo un país, por una rescisión de contrato. La decisión del chico traerá cola. Chico malo, que ahora resulta que no se quiere hacer la PCR .Y desde los trece años ganándose la vida dando patadas. Como mi tío el labrador; pero él a cambio de nada: por simple afición.
Candeleda se encuentra en el candelero. Entre brotes, rebrotes y re-infecciones, no haremos carrera. Preocupan, y mucho, las transmisiones comunitarias. Somos el noveno país mundial con más infectados. Nos hablan de cepas diferentes, como las vides. ¡Ojo! que se dice también, que el Rendesivir podría llegar a escasear. En Guadalupe descalifican a la favorita de Francia, por presentarse al concurso de belleza con el cuerpo desnudo pintado artísticamente. Alega la rechazada por el reglamento, que fue por una buena causa. Las mentes pululan hoy, como perdidas. A la deriva andaba también una embarcación en la Cala del Morro Blanc, provocando un accidente marino. Un ladrón de pacotilla, “poco hábil, tonto y lelo”; eh, que todos esos epítetos no se los digo yo, sino los vecinos desde los balcones, al contemplar cómo se le van cayendo al caco los aparejos de asalto y tropezando y dando traspiés con sus propias piernas. Atontolinado perdido. Los vecinos de un barrio de Barcelona, se arman de megáfonos para espantar a los okupas. El fenómeno se ha convertido en un verdadero problema, sin pronta solución. Mientras los que legislan, se van pasando la patata caliente, y aquí no pasa nada. Para fenómenos, Marco y Laura: pareja de huracanes traviesillos, que adelantan camino trotando, para barrer la costa americana y llegar luego a tiempo para la fiesta de la candidatura oficial de Trump. Queda comprobado, que las relaciones entre los huracanes, gozan de más cordialidad que las de los humanos.
¿Qué cachondeo es éste de la celebración de la fiesta no fiesta? Si les falta distracción, que se unan al ejército y formen parte de los rastreadores, que falta hacen. Tampoco es necesario que se enrolen en el ejército; con que echen una mano, bastará. La comparecencia de Sánchez reconociendo la segunda oleada, al tiempo que la de Ayuso. Ni juntos ni revueltos; como los huevos. El presi pone a disposición dos mil rastreadores del ejército. Ayuso propone cámaras de seguimiento en los colegios. Ofrecimientos ambos desinteresados, por supuesto. La factura total, apúntenla en la caja electoral, por favor.
Mi Jordi me hubiera mirado desde las alturas con los ojos espantados y agarrándose la entrepierna. Una mujer en Valencia, saja los testículos de su pareja de un solo tajo. Me distraigo la mente mirando un reto viral absurdo, que consiste en lesionarse sí o sí, haciendo violentos movimientos de caderas. Creo que ni siendo nativa de Brasil, las haría medianamente bien. Desisto. Las cabezas no andan bien. Qué pena.
África se ve por fin, libre de polio. Como libre de ocupas se ve, una vivienda en Barcelona. Mil euros pedían a los propietarios, los quinquis malévolos, por el rescate de su propia casa. Manda huevos, como diría aquél. Y mientras, el fundador de Amazon atesora 200.000 millones de dólares. Pobrecillo. Para okupas mayúsculos los de Vigo. Un edificio entero; que para tonterías, las justas. Costó a las arcas públicas, doce millones de euros. Trece millones un solar valenciano, ahora abandonado a su suerte. Son posesionados a patadas, por una colla de diez individuos que señalizan las viviendas con símbolos, para informar las que están ya realquiladas por un módico precio. Negocio redondo. Subarriendo subversivo, lo llamaría yo. Aunque sea una figura jurídica inexistente.
El Palmar, en Cádiz, se queda sin socorristas por Covid-19. Bandera roja desplegada que nadie respeta. Como no se respeta tampoco, las reuniones de gente desmemoriada y masificada, y que parece que no tienen abuelos; y si los tienen, no tienen conciencia. Un juez ha tenido que imponer el cumplimiento de la cuarentena. Otro magistrado, ha mandado detener a un individuo, que colgaba bulos negacionistas y peligrosos en las redes. Que no, que no hay Tomatina, ni corridas de toros en Las Ventas, ni en San Isidro; ni Sanfermines, ni Carnavales de Cádiz. Que no. Hagámonos a la idea de que el virus está en activo todavía, hasta que no haya una vacuna. El restaurante El Bujero, se enfrenta a una multa de hasta 60.000 euros, por incumplimiento de las normas. Sus noventa y un invitados a la boda, alegan repetidamente y con voz aguardentosa, que las cumplieron; mientras en plena faena se ven sorprendidos, por la autoridad competente: amontonados, bailando la conga con las narices color bermellón, amándose sin fin los unos a los otros y con las corbatas anudadas en la cabeza, a lo siux en plena danza del fuego. Ya saben. A la voz de ¡desalojen! de los guardias, pues eso: desalojan.
Visto lo visto, debo aclarar que los okupas de hoy, ya no son como los de antes. Hoy en día si no tiene el chalet, la mansión o la casa de campo, jacuzzi o piscina olímpica, pues ya no les vale. Pican alto, parece. ¡Salida! Vociferan los internos del C. E. T. I. de Melilla entre los barrotes, masificados y desesperados. ¡Jacuzzi! Gritan los otros okupas de la jet, con Chamo al frente de sus filas, que cuentan con varios centenares de metros de jardín, para corretear junto a sus perros. Mientras unos exigen caviar, otros imploran libertad. Qué mundo más desigual. Incendio voraz en Hortaleza sin víctimas mortales. Más incendios en Huelva; y en el Valle del Jerte, se ensombrecen los cerezos y lloran, bajo la sombra fantasmagórica del humo y del fuego.
Alemania no consigue parar a los tercos partidarios del negacionismo, que emprenden una marcha por Berlín sin mascarillas y portando banderas nazis. El diputado venezolano J. Requesens pasa de la cárcel al arresto domiciliario. Algo es algo. Trump califica de “matones” a los seguidores de Biden. Lo dice el campeón del colt.
Miro la foto de mi Jordi y hablo con él de las cosas que pasan. Le recuerdo cuando íbamos montados en el seiscientos a Castellón. Con la perra medio estrangulada entre mis piernas, nuestra pequeña encima de mí y el chico, que es un bendito, embotijado entre las maletas. ¿Lo recuerdas Jordi? Me parece que asiente. Me susurra al oído mirando a todos lados: eran otros tiempos, cariñet.