La columna d’Ana Mª Bayot

Una lágrima

Una lágrima me cayó balcón abajo y fue a parar a los crisantemos de la vecina del primero, en vez de caer en la arena cual era su deber; según reza la canción. Tiene su intríngulis el berrinche que me llevo cada vez que pienso en mi Jordi, que en paz descanse. Me está dando más guerra de muerto, que de vivo. Bueno, no sé. Me pongo las antiparras y leo la prensa virtual. Cómoda, es. Porque está ahí, a tu alcance y cuando quieras. Pero a mí no me gusta. A mí lo que me satisfacía era ir a recogerla al quiosco y tintarme los dedos de negro. Recién horneada. Daba gusto pasar la página con el dedo lamido. Cualquier tormenta de septiembre que aparecía de súbito, te alegraba el día. Y si llegaba el caso, la bravura del chapoteo te calaba hasta las ingles. Cómo cambian los tiempos. Hasta la cabra de los egiptanos, se ha jubilado ya. ¡Ay! pero todavía nos queda el afilador con su rueda de afilar sobre la motocicleta, su armónica como reclamo y su monótono cántico salmodiado y triste. Me encojo de hombros, suspiro y leo.

Y por si no teníamos bastante con una taza, pues toma taza y media. Meningoencefalitis vírica. Dicen los expertos…Sí; ésos que pululan tanto últimamente dicen, como digo, que la enfermedad de nomenclatura casi impronunciable, nos la introdujo un mosquito aventurero que se subió a una barquita de paseo de las del río Guadalquivir; y que con su trompita, nos la lió parda. Vaya que sí. Dicen los mismos de antes, que las reservas de hoteles se han visto reducidas en un 46%, y seguirá con esa tendencia en caída libre. Proactivos, mejor que reactivos; dicho por los anteriormente mencionados. Y por entretenernos en algo, unos veinte consultores se reparten las ganancias obtenidas de manera ilícita, a través del disfraz de la CNMC para dar el pego; ellos lo llaman “dar cobertura”, en su argot delincuencial con careta de decente y legal. A la cuchipanda les esperan, sentencia en mano, 47 millones de multa. Para ganancias, las obtenidas por Dwain Johnson con su película “La roca” y de manera lícita, que sepamos. Los americanos son de otra pasta. No hay más que ver, cómo tratan a un niño de ocho años y discapacitado para más señas, con el fin de trasladarlo esposado a la comisaría de Fort Tarántula, que Fort Knox ha cerrado ya, por falta de personal. Ni que fuera el violador y asesino confeso de Vanessa; tipo ruin donde los haya, que se ha ganado la pena máxima con que cuenta nuestro Código penal.

No obstante, su topónimo, Estepa ya no es conocida sólo por sus polvorones. En estas fechas también por sus riadas. Qué mundo éste más loco. Una ballena azul se da una vuelta por las costas gallegas y se avista un grupo de delfines buceando alegremente por las rías; mientras se organiza un picnic improvisado, para un oso pardo como invitado sorpresa. Se deja alimentar pacíficamente, con una gran sonrisa de oreja a oreja enseñando sus incisivos, dicen los testigos oculares. Un chimpancé ha sido repudiado por su madre biológica y posteriormente adoptado por otra congénere adoptiva. Los animales siempre nos han de dar lecciones. Un niño de diez años y epiléptico para más inri, es liberado por la policía de su cautiverio: permaneció atado con cadenas a un tronco durante dos años. Lo más curioso del caso, es que cuenta con un padre –desalmado- y dos madrastras –con mayor dosis de crueldad que las del cuento-. Y al final del episodio, todos al trullo de excursión y en fila india.

Vamos rozando ya los tres mil casos nuevos de infectados cada día. Para tratar de combatir esta plaga, se toman medidas más restrictivas adoptadas por unanimidad, en la reunión extraordinaria de presidentes de CCAA. Y hablando de presidentes, Casado cesa de un plumazo a Cayetana y ésta no lo digiere muy bien. Suelta dardos envenenados por su boquita de piñón. A gritos de: los hospitales están vacíos y no a las vacunas, se manifiestan unos cuantos descerebrados en Colón. En la pole de las vacunas, la hija de Putin -con perdón- quiere ser la prime. Los hospitales comienzan a suspender las operaciones consideradas como “no urgentes” pues temen que se produzca un colapso. Europa sospecha a su vez que se produzca un caos fronterizo. Mala cosa. Italia cierra discotecas; mientras Salvini huele quesos, sin proveerse de mascarilla. Otro que tal.

Seis tripulantes se ven atrapados en su pequeña embarcación guardando cuarentena. Desde la costa, se oyen airadas discusiones en el interior de El peixiño. No sé qué resultará de este pequeño percance; pero se sabe que antes de esta situación, se llevaban como uña y carne. Sus mujeres los esperan, pertrechadas con avíos de curas y apósitos por si las moscas. Las susodichas se mostraban dispuestas a pasar el rato en el bar de Moncho, para ver de qué modo transcurrían los hechos; pero el displicente muchacho ha colgado un cartel en la puerta de: “Cerrado por promiscuidad grupal”. Desoladas quedan sin tener un sitio donde tomar el cafelito.

Y mientras algunos en Japón se distraen, conmemorando la rendición –ya ves tú, ¿Quién ensalza esas cosas? – otros celebran por fin, que haya un principio de acuerdo: Israel-Emiratos Árabes. Los israelitas lo califican de oportunidad. En la otra parte de la ciudad, se manifiestan cristianos y musulmanes, en contra de la creciente corrupción y la subida disparatada de precios tras la explosión de Beirut. Ella no puede ser vicepresidenta, porque no ha nacido en Estados Unidos; Trump suelta otra perlita de las suyas, aludiendo a Kamala Harris, la candidata adversaria. A veces se parece sospechosamente a Lucashenko: prefiero ser dictador que gay. Ahí lo dejo, le faltó decir. Ni ocho camiones de rastrojos como los de Cebolla, los mueven del sillón.

Pelotas de granizo de un tamaño considerable, casi descabellan a los corredores del tour. Algunos quedan contusionados. Tocados del ala y doloridos tras la humillante derrota, se han quedado los chicos del Barça. Récord de 5000 metros, efectuado por Joshua Cheptegei (12:35”). Al representarlo en la imagen, me han dado unas ganas terribles de llevarle a la pista un bocadillo de chorizo de cantimpalo. Donde sí hay olimpiadas es en Otura; ya que sus comprometidos habitantes, han realizado el paseíllo institucional portando banderas, pancartas y gorros de paja.

Por si no tuviéramos bastante folclore, entra en erupción el volcán Popocatépetl y arde de nuevo la Amazonia. Bolsonaro lo niega, como hace siempre, con su paupérrimo ardid argumental. Que dice en tono jocoso, que son las Fogatas de Canals. O las Fallas de Valencia. Qué más quisiera. Los ninots se amontonan en el almacén con ojos llorosos y el rímel corrido. Chorros de lágrimas me caen barbilla abajo, al recordar tiempos no tan lejanos. Aquellos en que la historia se escribió con tanta lozanía como eficaz donaire. Aquellos, en que la que suscribe era joven y bella y aquellos en que no existían siquiera, por no nacidos, toda esa cohorte de pícaros cortos de vergüenza y escasos de arrojo. Esta vez sí cayó mi lágrima en la arena de la playa; esa playa, que tanto amo.

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