La columna d’Ana Mª Bayot

ANIMALES, VEGETALES Y OTRAS FALACIAS

Qué decir de los vegetales que ustedes no sepan. La flor de la canela no nos bastó. Ni la del alhelí. La de puñetazos que se dan, por la flor de la maría en minúsculas; que no hablo de mi tía, la Mari. Remueve las conciencias de gente honrada y da qué pensar, hasta dónde es capaz de llegar la picaresca humana, con tal de agenciarse un dinero fácil. Y hablamos de fardos extendidos por la playa como si fuesen toallas de rayas. No hay más que asomar el morro por las redes sociales y ver el nivel de exhibicionismo que ostenta el personal. Detalle éste, que no les viene nada mal a los guardianes del orden público. Por causa de un vídeo colgado en las redes, atraparon al último bufón de mal vivir y peor soñar. Pero tras éste, ya hay otro goloso heredero preparado y deseoso de colocarse la corona en la testa y el cetro en la mano callosa y regia. ¡Dios salve al regente de quita y pon!

Hablemos de las falacias que retumban en mi oído como un zumbido de abejas. Con mayor o menor descaro, la cohorte de pícaros sin vergonzante pudor, se va haciendo con el mercado libre de lo que los modernos llaman fakes. Desde que el mundo es mundo siempre han existido, existen y existirán, las mentiras; se llamen como se llamen. No me valen las verdades a medias, ni las falsedades enteras; que en eso no transijo. Con la única salvedad excepcional, del falso paté de changurro que elabora mi hija con tanto primor, en Navidad. Dijo un tal Twain de nombre de pila Mark, que existen tres clases de mentiras: los embustes, las patrañas y las encuestas. Un adelantado para su época, sin duda. Mas la corte palaciega perteneciente a la Cofradía del Buen Fingidor, sigue a su líder como los ganados monteses; aunque sus siglas sean las mismas que un diccionario, que falta les hace. Y ahora llega lo bueno. Algo que denominan los relamidos engominados `pin parental´, que hace eco en mi cerebro y me recuerda a una aplicación de móvil. Las gallinas cluecas deben sentirse como yo ahora, cuando ven sobrevolar la sombra de un gavilán por encima de sus cabezas.

Lo peor de todo esto es que de diez cabezas pensantes, nueve embisten y una piensa. Que no lo digo yo, que lo dijo Machado; ése que ustedes, señores, niegan su existencia.

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