La columna de Ana Mª Bayot


Ellos no entienden que si tengo esta letrita del tamaño de una pulga es, quizá, debido a un intento absurdo por ocultarme. Elaboro una autopsia no invasiva entre mis escritos. Mi agenda está preñada de notas al margen. Me asaltan a menudo en plena vigilia. Ellos no entendían que tan sólo necesitaba un cabo del que tirar. Era capaz de arrastrar un barco a dique seco, si me lo proponía. Me ocurría lo mismo con el fluir del léxico: a borbotones. Me declaro afortunada o insumisa por ello.  Y echo el lazo a frases sueltas, por completar huecos.

No como la verborrea de florete esgrimida por Feijóo. Debo reconocer que su poca destreza discurseando, no deja de sorprenderme. Normal; por eso no le interesa debatir. ¿Debatir de qué? preguntaría si fuera el emérito. Eso tiene que tener un trasfondo y no es ninguna tontería. La educación en Andalucía permite hasta nueve faltas de ortografía. Y la presidenta madrileña suelta otra de sus perlas diciendo que Bildu es quien gobierna España. Y que te vote Txapote. Intento entender cómo pueden caber tantas barbaridades juntas, en tan diminuto cerebro. Ahí es cuando se me derrumban los postulados aprendidos de Lázaro Carreter; quien asegura, y yo coincido, que el lenguaje es del pensamiento andamiaje. En el PP no se aclaran.

Y fichan para engrosar sus filas, a un xenófobo, racista, negacionista, antivacunas, contrario al aborto, a la eutanasia y al colectivo LGTBI. Apañados estamos. De diez cabezas, nueve embisten y una piensa (Antonio Machado). Me imbuyo de cabeza en zona franca de emociones, persuadida por la evidencia. Y extienden todos ellos la lona del odio para medrar. En fin.

Puestos a comparar injusticias acabo de pagar mi parte de hacienda, fruto de la venta de una casa propiedad de mis padres. Se me queda la cuenta temblando. No ocurre lo mismo con los ex dirigentes de cualquier partido. Abandonan la política con el riñón bien cubierto. Rebosantes. Y no precisamente como las tazas de desayuno honesto como decía Cela. Y me quedo de una pieza –que no suele ser habitual, pues ya me sorprenden pocas cosas-, cuando veo el desalojo del inquilino de una casa. Hasta ahí, bastante normal. Pero lo que sigue, es lo sorprendente. Resulta que ejercía como dentista en la casa, sin titulación que lo avalase. Durante años no paga el alquiler. Además se resistió al desalojo, lanzando por el balcón bombonas de gas, colchones meados, y lo más grave: dentaduras postizas de multitud de tamaños. Todas ellas, sin parar de sonreír. Como un cuento de terror. Al final, fue reducido por las fuerzas del orden. Y sin romper su sonrisa, dice Atenea que seguirá en su empeño por ser miss. A pesar de ser negra. A pesar de la creciente xenofobia. A pesar de ser bellísima.

Los cinco ocupantes del sumergible (que no submarino) se cree que están muertos. Puesto que ha vomitado el mar partes sueltas del aparato. A la tercera va la vencida. Dos aviones y cinco barcos empleados. Despilfarros (dicen algunos), que se los podían permitir. No hubiera sido lo mismo, si se hubiera tratado de inmigrantes perdidos. A pesar de la labor encomiable de los barcos de rescate. El Mediterráneo es experto en tragaderas de cadáveres. Y me declaro afortunada o insumisa, por carecer de anclajes recientes del tiempo. Y por aplicarme maquillaje sin preocuparme de las bacterias y a recitar longas estrofas, sin mingar verbos. Paganizo historias a domicilio, por módico precio.